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Formación e inversión en Microelectrónica para fijar España como destino

La complejidad en la fabricación de chips es creciente. Su mercado evoluciona con la ley de Moore de forma exponencial, cuyo cumplimiento desde 1965 se ha podido constatar hasta hoy. Esa predicción ha hecho posible la proliferación de la tecnología en todo el mundo, convirtiéndose en un motor del rápido cambio tecnológico aún existiendo muy pocas empresas con capacidad de fabricar este tipo de componentes, destacando especialmente la estadounidense Intel, la surcoreana Samsung y la taiwanesa TSMC.

Sin embargo, una reciente previsión publicada por el World Semiconductor Trade Statistics en noviembre de 2022 indica que el mercado mundial de semiconductores ralentizará su crecimiento hasta el 4,4%, seguido de un descenso del 4,1% en 2023. Incluso aunque se espera para este año un incremento en el mercado del 17% en América y del 12,6% en Europa, se producirá un descenso del 2% en la región Asia-Pacífico.

En ese escenario de ralentización, la escasez mundial de chips ha obligado a cerrar recientemente fábricas en diversos sectores, lo que ha hecho más evidente que, a nivel mundial, la cadena de valor de los semiconductores dependen de un número muy limitado de agentes en un contexto geopolítico complejo. Consciente de ello, la Comisión Europea ha respondido creando la Ley Europea de Chips para satisfacer la creciente demanda de la industria y la sociedad europea, que se estima que se duplique de aquí a 2030.

En España, en mayo de 2022 se aprobó el PERTE de microelectrónica y semiconductores (PERTE Chip), con el objetivo de reforzar las capacidades de diseño y producción de la industria de la microelectrónica y los semiconductores en España, gracias a una inversión total de 12.250 millones de euros. En este sentido, Jaime Martorell, comisionado especial para este PERTE, afirma que España es un ecosistema ideal para atraer inversiones y da por seguro que se conseguirá instalar en el país una o dos plantas de fabricación de chips en los próximos cinco años, tiempo en el que estará vigente el PERTE. El ecosistema relacionado con los chips es muy amplio, abarcando además de la producción, su investigación, diseño y desarrollo. España ya cuenta con un centenar de empresas que trabajan aspectos relacionados con los procesadores, en ciudades como Málaga, Valencia, Madrid o Barcelona. Además, no solo existen centros de excelencia en microelectrónica, como el Centro Nacional de Supercomputación, sino también ingenieros sobresalientes y un gran número de graduados en ingenierías relacionadas con el sector.

Precisamente, si hay algo en común que comparten los expertos en esta tecnología es la necesidad de alimentar el ecosistema que va emergiendo con el talento que sale de nuestras escuelas de ingeniería. Así, Mayte Bacete, directora general de MaxLinear Hispania y ponente del Collaborate People & Data, en una conversación con el analista de innovación Eugenio Mallol, destaca como principal problema para el crecimiento del sector la falta de personas con perfiles especializados que puedan cubrir los puestos ofertados.

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De esta forma, y entre otras muchas ventajas, el mencionado PERTE Chip creará una oportunidad para promover medidas que favorezcan la creación de talento, pero también recuperar a los ingenieros que un día decidieron marcharse de España en busca de oportunidades, gracias a los alicientes que puede presentar nuestro país para trabajar.

“El número de gente especializa es muy reducido y necesitamos que crezca, crear polos de formación, campus, más doctorandos y fomentar dentro de los centros de investigación este tipo de proyectos.“                              

  - Mayte Bacete -